domingo, 4 de noviembre de 2007

La Televisión a la Carta

La televisión a la carta
Y otras transformaciones de la caja tonta



El vertiginoso desarrollo de la tecnología y el advenimiento de una nueva era, ha influido en la transformación de los roles de vida de los habitantes del siglo XXI, así como en las todas las esferas de la Sociedad. Lo que en un pasado era impensable, se ha materializado de forma rápida y eficaz. Hablamos de unas transformaciones que décadas atrás eran inimaginables, quizás sólo concebidas en las mentes ingeniosas de escritores de ciencia ficción. Atrás ha quedado la resignación de los telespectadores al comprobar que la programación televisiva no se ceñía a sus gustos. Atrás hemos dejado los viejos hábitos, las rutinas obsoletas, y hemos dado la bienvenida a fenómenos vanguardistas que nos acercan el mundo a solo un golpe de ratón. La televisión, uno de los medios de masas más importantes e influyentes de nuestra historia, ha sufrido un cambio tan radical que incluso nos es difícil reconocerla. Las viejas estampas desaparecen, dejándole paso a la televisión a la carta, por Internet, o en teléfono móvil.
Las nuevas tecnologías nos han hecho la vida más fácil y más cómoda, sólo nos queda aprender a disfrutar de sus ventajas e intentar reparar las brechas y las consecuencias negativas que han traído a su paso

El impacto de las nuevas tecnologías: la televisión a la carta

Sillón de cuero con reposapiés y reclinatorio de 5 marchas, 600€.
Televisión de casi 200 pulgadas extraplano y con sonido doble surraun, 300€. Bolsa de panchitos y cerveza San Miguel, 3€. Pilas para el mando de la tele, 1€
Tirarte en el sofá, sucumbir ante la poderosa y enigmática atracción del televisor y que no emitan nada interesante…no tiene precio.

Cuantas veces nos ha pasado, el enchufar la caja tonta para relajarnos de nuestra ajetreada vida, y encontrarnos con que no hay nada que apetezca ver. Miles. Al final, terminamos viendo la serie de médicos de turno, un interesantísimo debate sobre el clan de los Janeiro, el apareamiento del castor macho canadiense, o acabamos soportando a ese hermano que nadie quiere tener. Es entonces cuando anhelamos ese programa tan interesante y que tanto nos gusta ver, ese que solo emiten a las 4 de la madrugada del domingo. Llegados a este punto, uno comienza a soñar, a imaginar que una televisión a su antojo es posible; una televisión en la que elegiríamos qué queremos ver y cuándo lo queremos ver. Como cuando vamos al restaurante y pedimos el menú del día. Como entrante me va a poner usted una serie policíaca sazonada con el debate del realityshow de turno y acompañada por un buen chorreón de salsa rosa de cotilleo del corazón. De segundo, me va a traer usted un documental sobre las cirugías de estética, sin grasa y poco hecho por favor. Y de postre, de postre una serie de médicos de la temporada.
Se trataría de una televisión nueva, diferente a todo lo anteriormente visto. Hablamos de un fenómeno que se ha alzado en boga durante los últimos tiempos, se trata de lo que conocemos por televisión a la carta.
Años atrás, resultaría casi impensable que un self service en la televisión fuera posible. No obstante, los habitantes del siglo XXI nos hemos visto inmiscuidos, casi sin reparar en ello, en una verdadera e importante transición; una migración que hace que lo analógico quede obsoleto y nos empuja hacía un nuevo universo tecnológico que nos adentra en una nueva era, la era de la digitalización.

El vertiginoso desarrollo de la ciencia y la informática ha irrumpido en todos los ámbitos y niveles sociales de la población, de modo que en los tiempos actuales la nueva tecnología se ha convertido en uno de los productos fundamentales del consumo de la modernidad. Este nuevo y acelerado desarrollo que se gesta en el mundo, trae consigo cambios que repercuten directamente en los procesos y fenómenos sociales, y en las demás esferas de nuestra vida. En este sentido, hablamos de un impacto, de cómo ha afectado el desarrollo de la tecnología en los hábitos y actuaciones de la gente. Nos topamos con un nuevo patrón de actuación y una vanguardista visión del mundo, incapaz de concebir un estilo de vida al margen de las nuevas aportaciones tecnológicas.
Atrás ha quedado la estampa familiar en la que padres, hijos y abuelos, se postraban ante la caja tonta, rindiéndose ante la escasa y similar oferta que ofrecían la televisión. Atrás ha quedado también la imagen de todos aquellos niños que reían y disfrutaban en la calle jugando al bote o al escondite. Y ya nos podemos olvidar de las cartas trazadas a mano, los radiocasetes o el incesante traqueteo de la máquina de escribir. Los tiempos de Cuéntame como pasó han sucumbido ante la nueva y variada oferta que nos ofrecen los avances tecnológicos. Ya no nos son suficientes los 6 o 7 canales con los que nos conformábamos antes. Menos mal que tenemos la TDT o el Digital +, que nos ponen en bandeja un sinfín de posibilidades. Y si la abuela se lía con el mando, la enchufamos a la interné, que allí ya están colgados todos los capítulos de la novela de por las tardes. Basta con usar el eMule para descargarnos rápidamente las temporadas de nuestras series estadounidenses favoritas, sin anuncios, en calidad de alta definición, en versión original y con subtítulos. Una verdadera ganga. Se acabó esperar a que llegue el día o la hora de nuestra serie favorita. Adiós a los cada vez más frecuentes, largos y odiosos cortes publicitarios. Ya no nos adaptamos a la televisión, es ella la que se adapta a nosotros.
De la misma manera, topamos con una televisión individualizada. La audiencia ha sufrido una segmentación y se ha creado una clientela más plural y más diversa; la sociedad ha dejado de ser considerada una sola masa. Hablamos de una programación personalizada, creada a nuestro antojo; La televisión con la que tantas veces hemos soñado, ya se encuentra a nuestro alcance. Oh sí, bendita tú seas, televisión a la carta!

La televisión a golpe de ratón


Un nuevo sistema de televisión por Internet que a todas luces acabará con el modelo tradicional de emisión, ya se está cociendo a fuego lento. Disfrutar de la televisión a través de Internet, a pantalla completa, eligiendo lo que se quiere ver y cuándo se quiere ver. Una oferta a la carta a golpe de ratón, que no dejará indiferente a nadie (usuarios, productores, anunciantes).

Si de un trailer cinematográfico se tratara, no quedaría otra que decir “De los creadores de Kazaa y Skype, llega la gran revolución tecnológica a sus pantallas. No te pierdas Joost, te dejará sin palabras”. Si le pones la voz de Constantino Romero y una música impactante gana credibilidad, sin duda. Se trata de un nuevo fenómeno que promete causar revuelo en los próximos tiempos. Y es que la televisión que permite Joost es distinta a todo lo anteriormente visto; en esta ocasión se lleva la televisión a la Red, con canales, calidad de imagen y listas de reproducción a la carta. De esta forma el usuario puede ver el programa que desee gracias a un buscador y sin interrupciones publicitarias. Aunque se trata de un fenómeno ciertamente novedoso, lo cierto es que algunos privilegiados ya pueden disfrutar de sus ventajas. Los usuarios de Joost disponen de cierto tiempo de invitaciones que pueden enviar a sus conocidos para que prueben la nueva televisión. Si uno recibe una, lo único que tendrá que hacer es descargar un programa informático, instalarlo y disfrutar del privilegio. Y totalmente gratis, pues se financia mediante la publicidad convencional (aunque con ausencia de cortes publicitarios).
Actualmente, está en vías de investigación pero promete desbancar a otros sistemas de televisión a la carta.

La televisión portátil

La televisión móvil está pasando por una auténtica revolución que poco a poco ha ido convirtiéndose en una realidad. Quien iba a decirnos que podríamos disfrutar de nuestro programa o serie favorita mientras viajamos en el metro o esperamos en la consulta del dentista. Los proveedores del servicio actualmente investigan cuáles son los estilos de envío de contenido más adecuados, y están arriesgándose con el lanzamiento de nuevos canales de televisión en el móvil. A día de hoy, podemos hablar de un fenómeno que se ha asentado con éxito en EEUU y que está inmiscuyéndose a nivel mundial mediante pruebas de viabilidad. Hay muchas empresas jóvenes que ya están trabajando sobre nuevas ideas para aprovechar el tirón de esta novedad. Y es que Java, Flash y otras plataformas operativas móviles multimedia ya se han establecido correctamente. Además, las redes móviles 3G y 4G están penetrando en Europa, Asia y Estados Unidos con éxito; sus habitantes ya utilizan su móvil para mirar eventos en vivo, obtener información de noticias al instante, chatear con sus compañeros o ver la televisión a la hora que le apetece y gozando de la movilidad que el teléfono móvil te permite.
Pocos días después de que Vodafone lanzara su servicio de televisión, Amena anunciaba su nueva oferta de canales de Televisión. Por su parte, Telefónica Movistar tampoco se quedaba atrás, ni tampoco Orange y las demás compañías telefónicas. En los tiempos que corren, ya no nos extraña poder disfrutar del privilegio de ver la televisión en el teléfono móvil. Y digo privilegio porque si bien es cierto que se trata de un fenómeno novedoso que no nos causa sorpresa, aún no se ha normalizado lo suficiente, por lo que los precios aún oscilan entre precios altos que no todo el mundo está dispuesto a pagar.
Aún así, si medio millón de personas están dispuestas a suscribirse a un servicio cuya tecnología y oferta de contenido en general todavía está madurando, uno puede apenas imaginar el éxito que puede alcanzar una vez que la tecnología esté ampliamente adoptada.

La incipiente migración: cuando los hábitos cambian sin darnos cuenta

Ahora que los nuevos avances tecnológicos nos dan la bienvenida, cabe remarcar el hecho de que las transformaciones tecnológicas son inversamente proporcionales en la actuación de los usuarios.
Con el advenimiento de los avances en las tecnologías de la información, se han producido cambios importantes en la vida de la gente que, de una forma u otra, se ha acabado adaptando. Los avances están tan integrados en nuestra rutina que ya no nos extrañamos de nada; han irrumpido en nuestros hogares los ordenadores, Internet, la televisión por cable, el teléfono 3G, y han hecho que nuestros hábitos cambien sin apenas darnos cuenta. Esta nueva forma de vida y de ver el mundo, supone a su vez unas nuevas formas de comunicación y unos cambios importantes e nuestras actividades de ocio. Nos encontramos, de golpe, inmersos en una migración de lo analógico a lo digital.

Nuevos comportamientos: la interactividad

Sentados en el sillón. En una mano un mando a distancia, en la otra el teléfono móvil. Ante nosotros, se alza la televisión, con descodificador para TDT, por supuesto. ¿Qué nos apetece decirle a Boris Izaguirre que su camisa es un horror? Se lo decimos. ¿Qué nos viene de gusto despotricar contra el personajillo amante de toreros de turno? Lo hacemos. ¿Qué nos da por decirle a Santiago Segura qué poner en su programa? Adelante. Todo esto es muy fácil, solamente nos hace falta un teléfono móvil y ganas de participar e inmiscuirse de veras en el programa que estás viendo, vía sms o correo electrónico. Hablamos de la interactividad, del nuevo papel que representa el espectador en el escenario televisivo. Las nuevas tecnologías, nos permiten formar parte del programa que estamos viendo, y nos hacen convertirnos en audiencia activa que se involucra en la televisión. Se da la oportunidad al usuario de convertirse en emisor, la decisión recae solamente en ti (y repercute en el saldo de tu telefóno, de paso).

Una clientela sumisa

De toda esta profunda transformación, podemos destilar una cierta preocupación por las consecuencias negativas que pueden acarrear las nuevas tecnologías. Todas estas innovaciones no van cayendo del cielo, si hoy día podemos disfrutar de teléfonos móviles, bolsa interactiva, Internet o Televisión a la carta, es por que hay empresas o organismos que las promueven y comercializan con ellas, a fin de obtener un beneficio final. Estos avances se establecen pues como una novedosa y atrayente mercancía, que se dedica a atender las necesidades de los sectores de población más solventes. Sin quererlo ni beberlo, los usuarios topamos contra una vanguardista y revolucionaria forma de mercado. Hemos pasado de ser el espectador pasivo que se conforma con lo que emiten en TVE, a ser un cliente que compra los contenidos de la televisión que le apetece ver.
Desde sus inicios, la televisión se ha alzado como uno de los medios de comunicación más atrayentes e influyentes. Su desarrollo a lo largo de los años, ha significado un verdadero cambio en las actitudes de la población, en su manera de actuar, pensar, y concebir la realidad. Desde siempre la caja tonta nos ha tenido cautivos y fascinados, y nos ha hecho sucumbir ante su atrayente poder. Ahora, cuando los tiempos que corren han hecho que nos desencantemos un poco de nuestro amor platónico, los empresarios miembros de cadenas televisivas se ven en la obligación de avivar de nuevo la llama del amor.

La brecha digital

Ahora que ya hemos hablado de la influencia de las transformaciones de la televisión en los hábitos de los usuarios; del nuevo fenómeno que comportan estos cambios, como es el de la interactividad; o de la nueva televisión que se está horneando en Internet; cabe preguntarnos hasta qué punto puede llegar a influir la incursión de la tecnología en nuestras vidas.
En una era en la que las nuevas tecnologías cobran un papel tan importante, no es de extrañar que el acceso (o no) a las mismas constituya en muchos casos el detonante de un problema bastante grave. Aún en los tiempos que corren, en pleno siglo XXI, nos topamos con una polarización bestial de la población mundial. El mundo queda divido en dos bandos: los conectados y los no conectados. Y es que, ciertamente, las dificultades económicas que padecen algunos países betan el acceso de sus gentes a las nuevas tecnologías. Sin los soportes adecuados, mucha gente no puede acceder a la información. ¿ Y aún nos atrevemos a hablar de globalización? El porcentaje de personas “no conectadas” a la Red es bastantemente superior al de las personas que surfean por las entrañas de las tres W. De este modo, vemos que se produce un acentuado distanciamiento entre aquellas personas con acceso a los medios y los que no. Se produce lo que se conoce como brecha digital.
Pero no sólo las desigualdades económicas son las causantes de este digital divide, la falta de alfabetización digital es también otra de las causas principales. Ahora que topamos con un universo casi desconocido, nuevo, con unas necesidades y unos funcionamientos específicos, es necesario saber adaptarse a él.
No paramos de referirnos a una expansión tecnológica. No seamos hipócritas, intentemos luchar para encontrar la forma en que esta expansión constituya verdaderamente una realidad uniforme en todos los rincones del mundo.

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